"Un pintor debe pintar una sola obra maestra: a sí mismo constantemente...
convertirse en una especie de generador con una irradiación constante que llena la atmósfera con todo su presente pictórico y dejándola en el ambiente tras su marcha. Eso es la pintura, la verdadera pintura del siglo XX".
Yves Klein conquistó a mediados de los cincuenta el escenario mundial del arte con el lema "un mundo nuevo precisa un hombre nuevo". El joven artista comenzó su carrera en la metrópoli del arte, París, armado con un estilo personal y su aura de extravagancia. Fueron sobre todo los cuadros azules- grandes lienzos en el color del cielo a modo de puros campos meditativos- los que en poco tiempo le dieron a conocer más allá de Francia con el nombre de "Yves- le Monochrome" (Yves el monócromo). Más tarde desarrollaría su aventura cósmica. A lo largo de su corta vida (1928-1962) creó, en sólo siete años, una obra que abarca más de mil cuadros considerada ya en la actualidad como una producción clásica del arte moderno, enraizada en la tradición occidental y con una riqueza imaginativa que todavía no se ha agotado.
convertirse en una especie de generador con una irradiación constante que llena la atmósfera con todo su presente pictórico y dejándola en el ambiente tras su marcha. Eso es la pintura, la verdadera pintura del siglo XX".
Yves Klein conquistó a mediados de los cincuenta el escenario mundial del arte con el lema "un mundo nuevo precisa un hombre nuevo". El joven artista comenzó su carrera en la metrópoli del arte, París, armado con un estilo personal y su aura de extravagancia. Fueron sobre todo los cuadros azules- grandes lienzos en el color del cielo a modo de puros campos meditativos- los que en poco tiempo le dieron a conocer más allá de Francia con el nombre de "Yves- le Monochrome" (Yves el monócromo). Más tarde desarrollaría su aventura cósmica. A lo largo de su corta vida (1928-1962) creó, en sólo siete años, una obra que abarca más de mil cuadros considerada ya en la actualidad como una producción clásica del arte moderno, enraizada en la tradición occidental y con una riqueza imaginativa que todavía no se ha agotado.
Con un claro discernimiento entre talento y genialidad. Yves Klein buscó algo en su vida "que nunca ha llegado a nacer y nunca a llegado a morir", un valor absoluto, el punto cardinal capaz de transformar por completo el mundo material estrechamente limitado. En consecuencia acometió la tarea con lógica y una metodología operativa al margen de los límites habituales marcados por los hechos.
Fuente: "Yves Klein 1928-1962 International Klein Blue", Editorial TASCHEN, 2001
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